domingo, 12 de agosto de 2012

Despedida de soltera


Se llega a aguantar hasta las 60-70 brazadas, cuando ya, rendido el cuerpo, emerges como un remedo de delfín (o de ballena, según lleves el día), resoplando y absorbiendo el aire a puñados, y con el puño en alto le dices al cielo: “Lo hice otra vez, ¿ves, papá? Lo Fuente”.

Después, relajadamente te vuelves a la orilla nadando a braza, recuperando la respiración perdida, al tiempo que las olas te cuelgan bufandas de ganchillo en la espalda y el mundo gira como siempre lo hizo sin importarle un rábano las chorradas que pasan por la cabeza de un simple mortal, aunque sea un blogger loco que le habla al cielo y a la luna si se le tercia.

Y como nadie me dice “pirado”, ni me ingresan en el Psiquiátrico por ello, pues lo sigo haciendo año tras año … y hoy os lo cuento a vosotros con la ayuda de un par de Absolut estimulantes en el remanso del Sunset.

Poco ha cambiado mi espíritu desde que ayer os dejé con un par de fotos mías de juventud y la presencia de “una cierta congoja” planeando sobre mí. Poco, exceptuado el montón de trabajo que llevo sacado hoy y los comentarios amables que he recibido de vosotros. Gracias por todo.

Pues cualquiera diría que tenemos ya “edad de merecer” y de ponernos a rellenar nuestras biografías, cuando desde mi punto de vista lo tenemos todo o casi todo por hacer. Sin embargo, creo que es algo normal el echar una mirada hacia atrás de vez en cuando para, viéndonos con un muro de años transcurridos de por medio, calibrar nuestra evolución y preguntarnos sobre cómo hemos vivido hasta ahora y cómo esperamos vivir en el futuro.

Inevitablemente, podemos caer en la tentación de pedirnos explicaciones de nuestra conducta, flagelándonos y cayendo en la desesperación, o también podemos refugiarnos en la visión probablemente idealizada que tenemos de nuestro pasado, negándonos a crecer como hacía Peter Pan. Quizás olvidamos que cada punto de paso de nuestra vida deja tras de sí un reguero de tiempo transcurrido, que habremos llenado con hechos buenos y malos, con palabras, con gestos, con sentimientos … y que no se hace vida sino viviendo, aunque sea de una manera más o menos acertada.




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