jueves, 17 de julio de 2014

Los juegos de ninjas


Ella tejía una colcha de hilo negro, punto a punto, sabiendo que nunca calmaría su frío. Entre el crepitar del fuego escuchaba atenta los pasos acercándose por su espalda. Una sonrisa de alivio cruzó su cara al notar las manos en su cuello Los juegos de ninjas.
Se sentó a su lado y ella se tumbo acurrucando la cabeza en su regazo. Enredaba sus dedos en los mechones grises de tiempo.

-Adoro la seda de tu pelo.
Inclinó la cara y ella noto el hielo de su beso derramarse hasta su pecho. El aire le sobraba y el cuerpo empezó a pesarle como el mármol de una losa.
Se aferró al sofá temblando de miedo, sabiendo que ella no podía entender lo que pasaba por su mente, para ella era normal arrancar el alma de su cuerpo. Sentir la piel helarse bajo su llanto, acariciar su perfil viendo más allá de sus ojos. Incapaz de amar al ser.
El reloj daba los minutos con un tic-tac acompasado, la última sonata que escucharían juntas.
Después de tantas visitas esta sería la noche, por fin se atrevía a fuente, esta vez no se limitaría a observarla desde el rincón oscuro de la sala.
Intentó tocarla, quería rozar sus labios pero sus manos ya no cumplian sus deseos.
La atrapó en un abrazo pero no sentía el tacto de sus dedos. Al levantarse pudo ver la imagen de su propio cuerpo estirado, dormido, muerto.
Recogió del suelo la colcha inacabada y la cubrió con todo el cariño del que la muerte es capaz.
Su pelo volvió a brillar con el negro noche de ayer y sus ojos cambiaron el gris azulado por el violeta amanecer. Fue sorprendida por la ligereza al andar.
-Podría empezar de nuevo todo lo que no pude acabar.
-Podrás.
-Podré?

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