lunes, 14 de julio de 2014

Uniformes medicos


Invadido aún de sorpresa. Ese es mi actual estado de ánimo, compañeros. Sorprendido de no haber acabado todavía de poner los pies en la tierra tras los últimos acontecimientos familiares. He mantenido mi ritmo aparente de vida y de trabajo, entre otras cosas porque no tenía otro remedio que hacerlo, claro, pero presiento que algunas cosas han cambiado y otras también lo harán en el futuro. Y sé que yo deberé estar preparado, porque nada será como en otros Uniformes medicos.

Tras la avalancha de los primeros días post-funeral, nos hemos quedado como flotando en el aire … pero solos. Y he sentido que esa soledad va a impregnar mis próximos días hasta que reaccione y la conduzca a su justa medida. ¿Cómo explicaros mi vida actual? Lo intentaré con un pequeño Enlace.

Llego a casa a las nueve de la noche. Mi chica está sentada en el sofá, jugando con una PDA, leyendo o viendo la TV. La beso. Me cambio de ropa. La miro. Sigue igual, casi inerte, inanimada … no está, no recibe visitas, sus sentimientos no están vivos sino de visita en cualquier parte, Y yo me sonrío con amargura y me sorbo los mocos de su ausencia. Ella está de viaje por Orión y su radio está estropeada o dentro de una tormenta interestelar.

Supongo que es una reacción lógica, pero resulta jodido de llevar. Así pues, me armo de paciencia y resisto veinticuatro horas más, mientras espero que los espejos de nuestras almas limen aristas y vuelvan a encajar entre sí formando nuevamente imágenes sin deformar y nuevas ilusiones de futuro.

Estoy en Julio, el mes maldito en mi trabajo. Es el momento en el que las Sociedades Mercantiles reflejan el resultado económico del año anterior y presentan sus cuentas ante Hacienda y ante el Registro Mercantil. El trabajo es delicado, intenso y difícil. Se necesita atención extrema … y tranquilidad. Es justo lo que no tengo realmente, y si no la hay debo inventármela, a pesar de que llore sangre en otros aspectos de mi vida.

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